viernes, 10 de junio de 2011

EL SENTIDO DEL HUMOR -Manuel Martínez Acuña

El sentido del humor

Manuel Martínez Acuña
                     
      Resulta difícil pensar que sean sólo las cosas tomadas en serio, las únicas que abran la ventana a la notoriedad, o a una clara contemplación del mundo. Pues hay otras que, validas del pensamiento puro o de la gracia maliciosa, iluminan el camino hacia el florecimiento espiritual. Dispensan la dulzura de “El retablo de las maravillas” de Cervantes, por ejemplo. O las cavilaciones del “Transeúnte sonreído” de Nazoa.
La vida es así como es; continuamente andariega, caricaturesca, falsaria y, de innumerables vicisitudes. Pero de alguna manera llena de encantos, y, movida hacia los cambiantes matices del hedonismo, el vino, la poesía y el amor. Y, siempre con un balcón abierto para los que llegan con cuidado a remontarla. Para los que saben preocuparse más por un ideal, que por los halagos de los sentidos.
      Por eso no vale la pena sentirse entre dudas, inseguridades y remordimientos.
    Stephen Hawking, uno de los más brillantes físicos contemporáneos, de St. Albans, Londres, y quien padece desde 1963 la enfermedad de Lou Gehrig (o síndrome de las neuronas motores), a juzgar por sus amigos y discípulos, su sentido del humor es tan espontáneo y desenvuelto, que hasta llega a compartir en las aulas del MIT, los chistes verdes y el tecnohumor de los estudiantes.
        De esto cuenta Dennis Overbye, en “Corazones solitarios en el cosmos” que, en su segunda mañana en Cambridge, preguntó a Hawking, si él pensaba que luchar con su enfermedad le había hecho mejor persona y mejor físico. Sí, contestó con cierta gravedad. Cuando las expectativas de uno se reducen a cero –agregó- uno aprecia realmente lo que tiene. Y, aquí es bueno recordar que Hawking, quien es también uno de los que reconoce que la fama es una molestia para la salud del alma, ahora su cuerpo, a excepción de un dedo y su cabeza, está paralítico.  
      Esto llevó a Overbye a preguntarse continuamente, y, con cierta curiosidad científica, si la mente de Hawking se habría planteado  establecer alguna relación entre la muerte y los agujeros negros: Estrellas apagadas que Hawking ha descubierto. Esto, suponiendo que él mismo pudiera mirar su desaparición física, en igual forma que lo hacen esas estrellas.
Con todo, Overbye concluye afirmando que, sólo Hawking había podido romper el miedo psicológico que el mundo entero había experimentado con respecto al descubrimiento y anuncio de los agujeros negros, utilizando siempre su buen humor.
Haciendo de continuo chistes como el que sigue, cuando a ratos se entrometía la política en su conversación: “Yo soy un socialista de derechas”. Para luego añadir: “Fui partidario de Carter y también de Ford, pero  nunca de Nixon”.
Salidas estas que demuestran que, si no es necesario tomar tan en serio los descubrimientos y logros de la ciencia, menos aún lo tienen que ser las ambigüedades de la vida.
      Por lo visto, nada puede alejar tanto de la tristeza y de las contradicciones del mundo cotidiano, y de los horrores de la guerra, que el sentido del humor.
Nada como regresar al universo de los niños, del cual quizá aún conservemos algún juguete abandonado en el corazón de adultos.

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